07 Ago 2020 La minería, generadora de empleos.
Por: Alejandro Mantecón
En noviembre del 2017 en Monterrey cientos de analistas, empresarios y académicos de distintos países se reunieron en las instalaciones del Horno 3 del Parque Fundidora en el marco del World Manufacturing Forum (WMF) con el objetivo de discutir sobre las nuevas innovaciones que impactarían en la Industria 4.0.
Los temas discutidos incluían aspectos como bigdata, robots, e-commerce, drones, inteligencia artificial, nanotecnología, servitización, internet de las cosas, transformación digital, ciberseguridad e impresoras 3D. Sin embargo la visión de los adelantos tan disruptivos que se preveían alertaba sobre el impacto de ellos en las fuentes de trabajo, es decir, en las personas.
A menos de tres años de estas previsiones el índice de empleo en México derivado de otro factor no conceptuado: el COVID, tuvo el mayor impacto. Entre 12 y 15.7 millones de personas desempleadas, en la que la industria del turismo y del entretenimiento han sufrido el mayor impacto, es el cálculo de la disminución de la fuerza laboral en México en el año.
Para entender mejor el entorno actual tengamos en cuenta dos de los principales motores de la economía mexicana: el de la inversión física y el del consumo privado en el mercado interior que están a niveles de hace 23 y 11 años, respectivamente. La inversión física con una contracción del -38.4% y el consumo privado con -23.5% anualizados para el mismo periodo. Además, la actividad económica para las industrias textil, de la construcción y la automotriz, por citar algunas, son negativas.
La minería ha sido una actividad excepcional que ha sostenido a su fuerza laboral manteniendo sus operaciones activas. Esta hazaña debemos analizarla en varios contextos. Por una parte la minería ha incorporado protocolos de sanidad que superan incluso los requerimientos legales en la materia, este compromiso por su personal y por las comunidades aledañas está alineado a su responsabilidad social. Por otra parte, el valor de algunos metales, como el oro, han alcanzado máximos históricos mejorando los ingresos y compensando los gastos extraordinarios que la contingencia genera.
La industria minera es ahora, como lo ha sido en muchos capítulos de la historia, una sólida columna que sostiene empleos y bienestar así como una actividad económica que colabora significativamente con tributación, recursos y la activación de cadenas de suministro generando más y mejores empleos.