La península de Yucatán alberga una de las minas más antiguas del continente

La península de Yucatán alberga una de las minas más antiguas del continente

Actualmente México es reconocido como un productor minero de gran importancia en el mundo; sin embargo, la historia de esta actividad en nuestro país va mucho más atrás. Entre 10 mil y 12 mil años atrás el paisaje de la Península de Yucatán era muy distinto. El nivel del mar era menor y muchas de las cuevas que hoy están cubiertas por agua eran accesibles para los seres humanos.

Bajo la superficie de lo que hoy es el estado de Quintana Roo se encuentra lo que hace miles de años fue una mina de ocre. El descubrimiento fue accidental. En 2017 un par de buzos se adentraron entre las cuevas sumergidas de Quintana Roo. Para este 2020 se publicó el resultado de la investigación en la revista Science Advances con el título “Minas ocre paleoindias en las cuevas sumergidas de la Península de Yucatán, Quintana Roo, México”.

El primer hallazgo consistió en una cámara que actualmente está sumergida. Aún se encontraban herramientas y espacios para fogatas. Es uno de los pocos sitios arqueológicos en el mundo que nos muestran cómo nuestros antepasados obtenían este pigmento. Los restos de minas forman parte de lo que conocemos actualmente como el sistema de cuevas Sagitario.

Los rastros de actividad humana son visibles en las cuevas. Hay pozos en todas partes, estalactitas y estalagmitas rotas que se usaron alguna vez como martillos. También hay vestigios de recursos que fueron útiles a los mineros como rocas y carbón que se quemaron para iluminar o rocas alineadas para marcar la ruta a seguir. “No es natural, y no hay nada que pudiera hacer esto que no fuesen los seres humanos”, de acuerdo a Sam Meacham del Centro Investigador del Sistema Acuífero de Quintana Roo, quien participó en la investigación y fue entrevistado por National Geographic.

El sitio original donde se encontraron los rastros de actividad minera se conoce como “La Mina”, en Quintana Roo. Al menos otros 2 lugares a una distancia de 32 kilómetros de ahí muestran también restos de actividad minera. La datación de radiocarbono muestra que las tres minas funcionaron entre 10,000 y 12,000 años atrás. “No es un hecho aislado… Hubo un programa activo para prospectar, hallar y extraer ocre. Seguramente habrá más locaciones”, afirma Eduard G. Reinhardt de la Escuela de Geografía y Ciencias de la Tierra de la Universidad McMaster, quien participó en la investigación.

La extracción de ocre fue un proceso planificado. Los restos de carbón que se encuentran en las minas tienen un alto contenido de resinas, esto provoca que duren más tiempo y ofrezcan una mayor luminosidad. Los restos también indican que cuando el ocre se terminaba hacían un nuevo pozo a un lado. “Entendían algunos principios geológicos básicos que realmente no se codificaron ni formalizaron hasta mediados del 1600”, señala Barry Rock del Departamento de Recursos Naturales y Medioambiente de la Universidad de New Hampshire, quien participó en el estudio.

El ocre fue un pigmento de gran valor en el pasado de nuestra especie. Hace 100 mil años ya se mezclaba con lodo en almejas del mar de Sudáfrica. Se usó para dibujar manos en las cuevas de Chauvet en Francia hace 30 mil años. Hace 19 mil años una mujer fue cubierta con este pigmento al ser enterrada al norte de España. Por citar algunos ejemplos.

Además de los usos rituales, el ocre tiene aplicaciones prácticas. Funciona como repelente de mosquitos y protector solar. También pudo usarse como adhesivo para fabricar herramientas. En el caso de las minas descubiertas en Quintana Roo aún no queda claro cuál era el uso que se daba. Quizá en un futuro los investigadores se hagan preguntas similares respecto a nuestras minas de oro y plata.

El crédito de la foto es: CINDAQ.ORG/NationalGeographic