La tecnología detrás de la sonda que “tocará” el Sol

La tecnología detrás de la sonda que “tocará” el Sol

El domingo 12 de agosto del 2018, en punto de las 3:33 am EDT, la NASA lanzó la Parker Solar Probe desde la estación de la Fuerza Aérea Cabo Cañaveral, en Florida, misma desde donde fue lanzada la histórica nave Apolo 11, que llevó al primer hombre a la Luna.

La misión busca revelar los misterios de la corona solar, que es mucho más caliente que la propia superficie solar, pero también busca ampliar nuestro conocimiento sobre los eventos meteorológicos espaciales que afectan la vida en la Tierra.

La Parker Solar Probe es la nave más rápida que se haya creado, alcanzará velocidades de hasta 692,000 km/h y tendrá que resistir una temperatura de unos 1,400º Celsius. Es la primera nave espacial en toda la historia que se enfrenta a esta cantidad de radiación y a tales temperaturas. 

Los minerales: sus mejores aliados

Para comprender mejor la temperatura que tiene que resistir la Parker Solar Probe, la lava de un volcán puede estar entre 700 ºC y 1,200 ºC, por lo que 1,400 ºC todavía resulta muy caliente.

Para resistir esta temperatura la nave utilizará un escudo protector térmico, llamado Sistema de Protección Térmica (TPS, por sus siglas en inglés) hecho de un compuesto de carbono que mide 2.4 m. de diámetro y 15.5 cm de espesor. Estos pocos centímetros de protección significan mucho, pues del otro lado, en el cuerpo de la nave se sentirá una agradable temperatura de 30 ºC.

El TPS fue diseñado por el Laboratorio de Física Aplicada Johns Hopkins. El escudo se basa en una tecnología de carbono-carbono, que utiliza un compuesto espumoso de carbono que está intercalado entre dos placas sólidas de carbono, lo que le dará, además de la resistencia, ligereza. El toque final será un poco de pintura cerámica blanca en la placa que mirará al sol, esto con el fin de reflejar la mayor cantidad de calor posible.

Pero no todo es el escudo protector. El Solar Probe Cup, por ejemplo, es un sensor a bordo de la sonda que medirá los flujos de iones y electrones y los ángulos del flujo del viento solar. Este sensor esta hecho de láminas de una aleación de titanio-zirconio-molibdeno con el punto de fusión más alto conseguido hasta el momento, 3,422 grados.

Otro desafío representa el cableado electrónico: la mayoría de los cables se derretirían por la exposición a la radiación térmica a una distancia tan cercana al Sol. Para resolver este problema, el equipo hizo cables de niobio que estarán “suspendidos” en el interior de una serie de tubos de cristal de zafiro.

Podíamos llevarnos 10 hojas hablando de la tecnología detrás de esta magnífica e histórica sonda, y los minerales estarían en cada etapa. En lugar de ello, no nos queda más que desearle buena suerte y esperar que pueda manejar cualquier sorpresa que el Sol nos envíe.

¡Sol, aquí vamos!