06 Dic 2019 Las gemas eran consideradas tesoros divinos por nuestros antepasados
Es muy probable que el afán de atesorar gemas empezara con la creencia de que éstas tenían un origen divino.
El ser humano era conocedor de la caída a la Tierra de algunos cuerpos celestes, lo que le indujo a pensar que eran enviados por los dioses, y atribuyó dicho origen, así como una serie de propiedades mágicas, a cualquier piedra que tuviera ciertas cualidades sobresalientes, sobre todo color, transparencia y brillo.
Aquellos que conseguían poder y, por consiguiente, los únicos que podían pagar el costo de las gemas, las acumulaban como signo de lujo o riqueza ante sus semejantes, aunque para ello tuvieran que pagar precios exagerados.
En el mundo antiguo, ni los conocimientos geológicos ni la capacidad técnica eran suficientes para hallar yacimientos de gemas. Si a ello añadimos que una gran parte del planeta era desconocida y que los mapas de la época eran muy rudimentarios, es fácil comprender la escasez de las piedras preciosas y que para obtenerlas había que esperar a que llegaran de lugares remotos.
Los árabes nómadas establecieron rutas comerciales que unían el Extremo Oriente con Europa. Gracias a ellas empezaron a llegar a Occidente, a través de las caravanas, productos exóticos como las especias, la seda y las gemas, cuyo origen se situaba sobre todo en Egipto, la India y Oriente Medio.
Fuente: National Geographic